Friday, August 11, 2006

Cantares

Cantares...
- Antonio Machado-

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.





Confieso que lo que más sé de Antonio Machado son "Cantares", ese hermoso poema al que nos acercara Joan Manuel Serrat. Pero bueno, (con un poco de penilla) he considerado qué, amerita mi inocencia sumergirse un poco más en saber de él.


Mi buen amiga, la internet, me ha dado la mano en compilar sus biografias. Aquí hay algunos sitios:

http://www.los-poetas.com/a/biomach.htm
http://en.wikipedia.org/wiki/Antonio_Machado

En honor a mi estilo, les dejo otro poema de Antonio (Machado): "Los ojos". Obra también vehemente pero más romántica. Su voz - la del poema - me ha recordado a Manuel Acuña con su inmortal "Nocturno a Rosario".


Los ojos
- Antonio Machado-

Cuando murió su amada
pensó en hacerse viejo
en la mansión cerrada,
solo, con su memoria y el espejo
donde ella se miraba un claro día.
Como el oro en el arca del avaro,
pensó que guardaría
todo un ayer en el espejo claro.
Ya el tiempo para él no correría.

Mas pasado el primer aniversario,
¿cómo eran--preguntó--, pardos o negros,
sus ojos? ¿Glaucos?...¿Grises?
¿Cómo eran, ¡Santo Dios!, que no recuerdo?...

Salió a la calle un día
de primavera, y paseó en silencio
su doble luto, el corazón cerrado...

De una ventana en el sombrío hueco
vio unos ojos brillar. Bajó los suyos
y siguió su camino...
¡Como ésos!



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